Marketing de barrio 2.0

Creo que todo el mundo sabe, o al menos todo el mundo del marketing sabe, que el éxito o el fracaso de una empresa lo marcan las ventas obtenidas por la misma. Lo podemos intentar esconder o camuflar de la manera que se nos ocurra, pero cuando un departamento de marketing tiene que rendir cuentas a los superiores o directivos de una compañía si los números no son los esperados las cosas no suelen acabar del todo bien…

Números o personas

Dándole vueltas al tema para preparar este artículo, la pregunta recurrente en mi cabeza era: ¿Quiénes compran o adquieren los servicios de las empresas, los números o las personas? ¡Ojalá fueran los números! Porque si así fuera la respuesta a nuestros problemas de ventas estaría en las matemáticas, yo no soy ni mucho menos un experto en matemáticas, pero si en cada empresa hubiera un buen equipo de matemáticos estaría todo solucionado.

Pero todos tenemos igual de claro, que los números son sólo números, cualquier marca que se nos venga a la cabeza vive de los productos o servicios que las personas adquieren de ellas. Además, no sólo viven de las personas, lógicamente son personas las que también conforman y dan vida a esas empresas. Entonces, ¿por qué cuesta tanto llegar a la gente teniéndolos tan cerca a diario?

Después de reflexionarlo, para mi la respuesta está bastante clara y ya la avancé en el primer párrafo, los números. No los números en sí, el dinero, el dinero mueve el mundo, consecuentemente a las empresas y por ende a las personas. Cada vez que nos preguntamos algo acerca del marketing y las ventas las respuestas acaban casi siempre en conocer a nuestro público objetivo, target, personas… Pero, ¿realmente nos esforzamos en conocerlos?

Cierto es, que si hay empresas que lo intentan o se acercan, pero al final los objetivos financieros marcan el rumbo y las decisiones de las compañías. Las intenciones están muy bien, pero suelen quedarse en sólo eso, intenciones. O como mucho a medio camino y al final los consumidores finales apenas notan los cambios.

En mi opinión deberíamos mirar hacia atrás, a la época de nuestros padres e incluso de nuestros abuelos, cuando todo el comercio y la gran mayoría de transacciones se llevaban a cabo en las tiendas de barrio de toda la vida. Eso nos demuestra que es totalmente posible preocuparnos por las personas y que es efectivo, podemos aprender de sus necesidades, los intereses que tienen (más allá de los relacionados con nuestros productos o servicios), por qué se sienten atraídos más por un producto que por otro…

Si damos respuesta a estas y otras preguntas nos dejarán de ver como una simple empresa que sólo quiere meterle sus productos por los ojos para que compren sin más. Sentirán que nos preocupamos, que no sólo buscamos transacciones e incluso si llegamos a hacerles sentir que forman parte de la marca podemos llegar a unos niveles de fidelización que nunca antes habríamos conseguido de otra manera.

Hagamos de nuestras empresas, sean grandes o pequeñas, tiendas de barrio actuales o tiendas de barrio 2.0. El marketing convencional o el marketing digital no son sólo números, todo lo contrario, los números deberíamos dejarlos más apartados. Está claro que no es algo fácil ni inmediato, pero las herramientas ya las tenemos, ya usamos encuestas, focus group, etc. Si ya tenemos las herramientas, usémoslas sabiamente, tengamos paciencia en encontrar los resultados que buscamos y dejemos de buscar la inmediatez.

Humanicemos

Humanicemos nuestros negocios, humanicemos nuestras ideas, humanicemos nuestras estrategias, pero sobre todo humanicémonos nosotros mismos. Al fin y al cabo somos seres humanos y en teoría no puede haber nada más humano que nosotros como especie, demostrémoslo, volvamos a nuestros orígenes y así los números serán un poquito más humanos ya que serán números que representen humanos de verdad.